









La digitalización creciente está transformando los procesos, los modelos de negocio, las formas en que vivimos, y también las profesiones. En algunos casos, éstas mejoran al pasar a disponer de herramientas digitales que transforman sus capacidades: la medicina o la educación serían dos claros ejemplos. En otros casos, las profesiones están en riesgo, incluso, de desaparecer: operarios industriales o conductores de taxi ven amenazadas sus actividades por diversas tecnologías transformadoras.
Y, como no podía ser de otra forma, también la digitalización está afectando y va a transformar una profesión transversal y muy extendida, presente en todos los sectores y geografías: la comercial. Me gustaría reflexionar aquí sobre cómo se está desarrollando este cambio y qué consecuencias trae, consciente de que muchas personas lectoras nuestras ejercen labores de venta.
Y, para asegurarnos de que hacemos una reflexión de cierta profundidad y recorrido futuro, creo que es necesario acudir a las raíces de la profesión misma para entender los valores qué aporta, las capacidades que le son inherentes, y enfocar solo entonces cómo la digitalización puede tener un impacto en todo ello.
Así, pues, cabe comenzar preguntándonos ¿qué es vender?. Y de las muchas respuestas, más o menos académicas, que se nos ofrecen, me gusta una muy simple que dicta que “vender es ayudar a que la oferta y la demanda se encuentren”. Para que eso ocurra, un profesional de las ventas debe de aportar conocimiento actualizado y detallado acerca de la oferta existente, ser capaz de entender las necesidades de los clientes que provocan su demanda, atesorar capacidades de comunicación para explicar por qué una determinada oferta es la que mejor encaja en una demanda concreta, ser capaz de hacerlo sobre una base de confianza, y una vez todo ello puesto en juego de forma exitosa debe de encontrar la mejor manera para ambas partes de que se produzca el acuerdo entre dicha demanda y la oferta que la satisfará.
Desbrozado así, queda claro que no es nada fácil ser un excelente comercial y, de hecho, es muy difícil desarrollar esta profesión que es crecientemente exigente. ¿Qué impacto está teniendo la tecnología, y la digitalización subsecuente, en todo ello, y qué medidas debe de tomar cualquier persona implicada en ventas para mejorar sus perspectivas de futuro profesionales?.
Pues, para empezar, uno de los efectos de nuestra entrada masiva en un mundo digitalizado es que la información ha pasado de ser escasa, de difusión lenta y de extensión limitada, a ser todo lo contrario hasta el punto de que ahora hablamos de “infoxicación” como fenómeno de intoxicación por exceso de información accesible: los clientes potenciales tienen en la punta de los dedos, literalmente, unas cantidades inusitadas de datos sobre cualquier producto, recomendaciones de uso de otras personas, y todo ello de forma tan extensa y rápidamente, a veces incluso más, de lo que los vendedores veníamos teniendo. Desde ese punto de vista, vender ya no puede ser más una profesión basada en que conocemos cosas que el cliente desconoce, y entrenar a vendedores no puede estar basado en formarles en producto, porque eso ha quedado desfasado por la digitalización. Entendámonos, no es que nuestro personal comercial no deba de saber sobre nuestros productos, sino que eso ahora es poco diferencial y aporta escaso valor a los clientes. De hecho, en realidad esta situación nos permite dejar de centrarnos en el conocimiento exhaustivo de las especificaciones de los productos, que pueden ser accesibles en cualquier repositorio digital de información o (también mediante tecnologías digitales como, por ejemplo, las comunicaciones unificadas sobre IP) se puede acceder fácilmente a compañeros técnicos preventa que nos apoyen en ello. Así, en el acceso a conocer la oferta, la digitalización permite un avance transformador.
Y, dado que podemos reorientar esa capacidad intelectual, parece una buena elección centrarse en entrenar casos de uso, necesidades específicas frecuentes de diversos perfiles de clientes y cuáles de nuestros productos (y cómo) las satisfacen mejor. Esto nos facilita que la tecnología no deje obsoleta una importante capacidad comercial sino que, al contrario, le dé realce y valor: pues el hecho de que cada vez hay mayor oferta, que cambia más rápidamente, y elegir se hace complejo aún y teniendo todo el acceso del mundo a la información sobre las diferentes opciones, lo que provoca es que cada vez es más necesario y valioso el que nos recomienden qué es mejor para nuestras condiciones concretas frente a ese magma de opciones.
Pero hay tecnologías, como los bots de soporte, las comunidades virtuales o los autoconfiguradores digitales, que podrían ejercer, aparentemente, esa función, poniendo en entredicho esa importante capacidad de los comerciales. Y quizá algunas personas piensen que nada de eso es capaz de sustituir un buen consejo de un humano profesional de la venta, pero me temo que eso sería una opinión desinformada y corta de vista: las previsiones de evolución tecnológica nos muestran que en la próxima decena de años veremos cosas que hoy cuestan imaginar, por ejemplo mediante la combinación de la Inteligencia Artificial General y el “machine learning”, accediendo al “big data” generado por el uso hiperconectado que la IoT permite.
Así, pues, parece que el futuro de la profesión comercial está inevitablemente ligado a la capacidad de centrarse principalmente en entender y satisfacer con un consejo y adaptación individualizados de las necesidades de los clientes, y mejor cuanto más complejas y personalizadas sean estas, apoyándose en un uso intensivo de las herramientas digitales que cada vez más tiene a su alcance. Por decirlo de una forma gráfica, un vendedor será (es ya) un “aconsejador personalizador digitalizado”. Todo lo que queda fuera de ese rol, el acceso a información de producto, la simple transacción, o el aconsejar sobre necesidades simples estandarizadas, deja progresivamente de tener valor desarrollado por un humano, y empuja a los comerciales a ser cada vez profesionales más sofisticados en el uso digital y más avanzados en la venta consultiva.